Wednesday, January 4, 2012

La "Mala vibra".... ¡Uy, que miedo!

Por Ana Salazar Cabarcos


¿Qué es la “mala vibra”? La mala vibra nace de la envidia, de la ambición, de la mentira, de los celos, del egoísmo. La “mala vibra” se engendra dentro de personas que sólo ven su satisfacción personal, su beneficio económico, que actúan con alevosía y ventaja frente a “incautos” que van por el mundo con pajaritos en la cabeza, creyendo que la vida es color de rosa, que con el cuento de “pensar positivo” se entregan como borreguitos directo a las fauces del lobo feroz. La “mala vibra” se fabrica en mentes oscuras, que calculan sus movimientos, atrás de sonrisas pre fabricadas, de miradas que por más que pretendan simular bondad y claridad, en el fondo delatan sus propósitos… La “mala vibra” es un Frankestein que si bien al principio obedece fiel a su amo y cumple con el cometido de romper ilusiones ajenas, destruye sueños y arroja al fracaso, al final el monstruo se vuelve contra el amo y se lo come, lo devora, le vomita la maldad y es clavado al suelo con mil bumerangs como si fueran clavos. 
En estos tiempos de crisis, de austeridad económica y competencia por ver quién tiene más, quién ocupa lugares más altos profesional y socialmente,  la “mala vibra” es el condimento de todos los días, igualmente se genera en las mentes enfermizas de quienes no soportan ver matrimonios felices y a toda costa intentan destruirlos. Nos duele ver que otros triunfen, que tengan más talento, capacidades, que sean felices con su pareja, que vivan en paz, que su futuro luzca brillante… ¡hay que aplastarlos, impedir que avancen, sacar ventaja de sus talentos, exprimirlos, separar  familias! Y la “mala vibra” florece como en los campos en época de lluvia, como flores venenosas que esparcen su peligroso polen en las tierras fértiles de la gente de bien.
¿Existe antídoto? Sí, sólo basta pensar: “¿Quién como Dios?”, y todo mal es cortado de tajo, eliminado por completo, la mala experiencia es olvidada y la lección debe ser aprendida.
El mundo vive una convulsión ideológica y espiritual. Nos urge un cambio de valores, retomar principios y anteponer a todos nuestros actos el respeto.
Actuemos con amor todos los días…. ¿y qué es actuar con amor? Actuar con amor es hacer las cosas queriendo  la felicidad del prójimo, sin esperar recompensas ni beneficios enmascarados, hacer las cosas de corazón, ganar el dinero de manera honesta, siendo justos con los que trabajan para nosotros, es actuar con respeto, con misericordia, con sinceridad,  con fidelidad frente a quien nos ama, es compartir nuestros éxitos y alegrías con la familia y amigos… es vivir cada día haciendo honor a Nuestro Señor.
Aunque no tengas un centavo en la bolsa, no hay  bendición más grande que cerrar los ojos cada noche en paz, con la conciencia tranquila. Es permanecer rodeado de tus seres queridos, de amigos de verdad que te aceptan como eres: con defectos y virtudes, a los que no juzgas ni te juzgan, en un ambiente de "buena vibra" en donde el unico objetivo, es ser felices y progresar juntos.
La “mala vibra” es un Frankestein que aporta grandes beneficios al principio… pero a la larga siempre terminará cobrando la factura de sus servicios


Thursday, February 24, 2011

¿Qué cuantos años cumplo?


Por Ana Salazar Cabarcos
Bueno, para darse una idea diré que cuando Moisés subió al Monte Sinaí a escribir los 10 mandamientos, yo me quedé debajo de la montaña 40 días y 40 noches cuidándole su burro; cuando bajó traía el dedo todo chamuscado de tanto escribir en la tabla y fui yo misma, la que lo curó poniéndole Vitacilina... “¡Ah, qué buena medicina!”
En “La última cena”  me tocó hacer el guacamole, las tortillas a mano y unos romeritos con mole; al final todos se levantaron y se fueron y me dejaron sola lavando los trastes… ¡ni propina me dejaron!
En el Arca de Noé tenía una suite que me gané en una rifa.
Un día estaba fumándome un purito cubano, cuando él llegó y me arrebató la caja de cerillos, creo que traía una sobredosis de peyote: corrió como loco prendiendo cerillos y aventándolos por toda la ciudad… ¡pobre Roma! ¡Méndigo Nerón!
Así de vieja estoy…
Mi fiesta de XV años fue en un salón de banquetes  precioso que quedaba en el “down town” de la Atlántida, llegué en un crucero para quinceañeras organizado por “Platón Enterprise”: Sócrates y Aristóteles fueron mis chambelanes.
Cuando Iztaccíhuatl se “quedó dormida”, yo le pasé a Popocatépetl la cobija para taparla…
Y así podría seguir contando anécdotas recopilados de tantos y tantos años de vivir… bueno, con decirles que por mi culpa los mayas creyeron que se acabaría el mundo: yo les iba diciendo la numeración y solo me sabía hasta el 2012… ¡sorry!

Wednesday, February 2, 2011

Las aventuras de Gorgonio


"Mis vecinas lagartonas"
Por Ana Salazar Cabarcos

¡Ya ni la friegan mis vecinas, viejas lagartonas! Cuando me ven caminar por la calle se me avientan buscando un  beso… ¡si yo al único que beso es a mi perro!

Unas están re  feas… ¡horribles! Aunque viéndolo bien, entre mis 28 viejas de planta una que otra es fea… ¡pero cocinan y limpian la casa, como ninguna! ¡Hasta tortillas a mano hacen las desgraciadas!

Una de ellas, la Micaela, es tan fea, que cuando la llevé a una feria y entró a la “Casa de los espantos”… ¡a la salida le entregaron una solicitud de empleo!

Y otra, la Rutilia, me contó que cuando nació su mamá dijo: “¡es un tesoro!”, y el papá le contestó: “Tienes razón… ¡hay que enterrarla!”

Y hablando de feas, el otro día me puse a investigar por qué las viejas se la pasan tomando agua todo el día: ¿a poco, no? Como si de veras se cuidaran tanto. ¡Ah! ¡Pero eso sí! Ven un puesto de quesadillas y sopes… ¡y se atrancan 10 de un jalón! ¡Total! Que después de ver muchos libros; y ojo, dije ver, no leer, eh?, descubrí que las viejas toman tanta agua… ¡porque el 99% de sus problemas los arreglan chillando! ¡Méndigas mitoteras! Por eso les gustan tanto las “taranovelas”… ¡Ay, Dios, por qué me habrás hecho tan guapo y macho!




"Mis vecinas lagartonas"
Por Ana Salazar Cabarcos

Tuesday, January 25, 2011

El cuento del hombre-perro


Por Ana Salazar Cabarcos
Había una vez en una aldea un hombre-perro que vivía al lado de su ama; una mujer dominante y posesiva que era la más bonita de la tribu. El hombre-perro permanecía encadenado, sometido, no conocía la libertad y siempre soñaba con escapar para conocer lo que había más allá de las montañas que bordeaban el horizonte. En las noches aullaba de tristeza y de dolor a la luna, y su ama a punta de escobazos lo metía de vuelta a la choza para que se echara a los pies de su cama.
Una noche, mientras el ama salió a visitar a otros miembros de la tribu, el hombre-perro descubrió que la cadena que lo sujetaba estaba suelta, su corazón comenzó a latir rápidamente, en su cerebro se agolparon miles de ideas: ¡¿y si me escapo?! ¡¿Y si mi ama me encuentra?! ¡¿Me perseguirá la tribu?! ¡¿Y si me matan?!... ¡Total! Que en un arranque de valentía (rarísimo en él), el hombre-perro emprendió la huída corriendo veloz por el campo, atravesando el río, llegando a las montañas; así pasaron días, quizás meses, hasta que por fin, cansado, temeroso y exhausto llegó a la ciudad.
Se echó en una esquina a ver pasar a la gente con su carita de pena, provocando ternura por su aspecto indefenso.
Una mujer iba pasando por allí y no pudo resistirse, se acercó y lo acarició. El hombre-perro se sintió el ser más feliz de la tierra, movió la cola y se acurrucó en el regazo de aquella alma caritativa… ¡con ella se quedaría el resto de su vida! –pensó-.
Así fue como el hombre-perro halló su nuevo hogar. La mujer todos los días cuidaba que comiera bien, lo acariciaba, jugaban y se hacían compañía, lo dejaba salir a jugar al parque, le daba libertad. Pero al hombre-perro le comenzó a aburrir tanta amabilidad, esto de la vida civilizada no era para él, que había crecido en una tribu en medio de patadas y escobazos. Increíblemente comenzó a extrañar a su ama…
Se volvió agresivo contra la mujer que le brindo su cariño, hasta podría decirse que la aborrecía: le rompió a mordidas sus zapatos nuevos, rascó y rascó los sillones hasta que los destripó, marcó su territorio en cada rincón de la casa y la peste era insoportable, era una guerra declarada contra aquella mujer que lo único que había hecho, era brindarle su amor a un pobre e indefenso hombre-perro abandonado.
La mujer no pudo más con tanta infamia y lo sacó a empujones de su casa.
Entonces el hombre-perro corrió y corrió otra vez hacia las montañas, cruzó el río, el campo hasta que a lo lejos contempló las chozas de su tribu. Sigiloso llegó hasta la cabaña de su ama, y terrible sorpresa se encontró al descubrir  que ahora ella tenía a un nuevo hombre-perro durmiendo a sus pies. El pobre contuvo el aullido, su corazón quedó destrozado. Sus lamentos se escuchaban a kilómetros de distancia, algunos miembros de la tribu llegaron hasta él para consolarlo. Les contó sus aventuras en la ciudad y de su amarga experiencia con aquella malvada mujer que acabó por sacarlo de su casa ¡qué infamia! Se compadecieron mucho por él… ¡cuánto había sufrido! Y ahora llegar hasta aquí para encontrarse con que su lugar ya era ocupado por otro.
El hombre-perro se secó las lágrimas y se despidió de la tribu. Se enfiló por el campo hacia las montañas, cruzó el río y de tanto caminar llegó nuevamente a la ciudad.
Ahora es un hombre-perro callejero que deambula por las calles sin ton ni son, sin rumbo; yendo de ama en ama, mordiendo de mano en mano, aullando en las noches de luna llena y añorando, a pesar de los palos y escobazos,  el dormir a los pies de la cama de su ama; la más bonita de la tribu.


Ticket al infierno…

Por Ana Salazar Cabarcos
Anoche no pude dormir atormentada por las pesadillas, no sé si tuvieron algo que ver la media docena de tacos al pastor que me cené.
Soñé que me iba al infierno; era una cueva macabra como las que salen en las películas de El Santo, “El enmascarado de plata”. Oscura, con telarañas y murciélagos papaloteándome sobre la cabeza. En lo profundo de la cueva salían llamas rojas y espantosas, hacía un calor insoportable, sudaba a chorros y allí comprendí lo que han de sentir los borregos cuando los meten al hoyo para hacerlos barbacoa…pobres…no vuelvo a comer barbacoa. De pronto, de entre las llamas se apareció el “Chamuco”, con unos cuernotes más grandes que los que a mí me pusieron, coloradote como tomate, más apestoso que mis tenis, más peludo que mi ex suegra… ¡qué horror! Quise correr pero me atrapó con su mano garruda y me abrazó, y en un  claro caso de “sexual harassment” me comenzó a dar de lengüetazos por el cuello y la cara, su lengua se sentía chiclosa, viscosa (me recordó a un novio que tuve en la “secu”), pero el colmo fue cuando me quiso besar de a lengüita… ¡comencé a gritar como loca, a patear!...en eso desperté toda agitada, angustiada… ¿y quién estaba allí a mi lado? ¡Mi perro! Sí, mi perro lamiéndome la cara.
Ese no es el infierno, el infierno está escondido en nuestro mundo real: bajo el manto de la soledad, de la angustia, de la inconformidad, de la ignorancia y la soberbia. Con el “Chamuco” convivimos todos los días en sus diversas presentaciones: algunas de ellas con empaque de lujo. El infierno lo creamos nosotros con las acciones diarias: a base de egoísmo, avaricia, de  maldad…con tantas mentiras.
“I have a dream”… poder atrapar tanta felicidad como me quepa dentro del espíritu; para poder compartirla con los demás,  tener una fe inquebrantable, un alma noble, ser transparente,  albergar toda la compasión,  humildad y  amor posibles dentro de mi corazón…. ¡fabricar mi propio cielo!
Me están dando retortijones… sigue la venganza de los tacos de anoche…. Quizás fue culpa de la salsa que estaba más ardiente que el mismísimo infierno.

Thursday, January 20, 2011

¡Quién fuera cucaracha!

Por Ana Salazar Cabarcos
Pues sí, anoche acostada  analizando el techo,  vi correr a una cucaracha moviendo sus antenitas, se veía tan contenta y yo tan sin ganas de nada; ni de reír, ni de llorar, ni de sentir ni de respirar.
¡Qué gran vida se dan las cucarachas! No pagan renta y pueden vivir en una mansión, apropiarse de cada rincón, llevarse a vivir a toda su descendencia, a las comadres y a quien se les pegue la gana. Son libres, no tienen horarios, viven eternidades y no creo que les dé gripa o cáncer, que padezcan diabetes o reumas y si a alguna le da Alzheimer, no creo que olvide mucho porque no tienen mucho qué recordar.  Comen gratis y de lo mejor, no engordan ni se llenan de celulitis, si tienen hijos no tienen que amamantarlos y quedar con los pechos guangos y desinflados, ni se les llena la panza de estrías.
No se casan, por ende no hay matrimonios, en conclusión no existe la infidelidad porque no hay contratos escritos y se da por entendido que cada quien hará el “chaca chaca” con quien se le antoje, sin que se enojen, y lo más maravilloso: no hay divorcios, “exes”  ni abogados.
Si quieren viajar por el mundo sólo basta con colarse en una maleta, no necesitan llevar ropa de viaje porque siempre van encueradas,  no se avergüenzan de su cuerpo cafecito y brilloso y les vale un rábano el “qué dirán”.
No hacen su declaración de impuestos como nosotros, ni se tienen que estar cuidando de los policías escondidos atrás de un arbusto para poner infracción por exceso de velocidad o por manejar borrachas, si ni carro tienen y si andan borrachas, a lo mucho atropellan a una araña y se acabó.
A lo único que tienen que temer es al spray mata bichos, a un matamoscas o a un zapato.
Yo sin en cambio le tengo miedo a tantas cosas… ¡quién fuera cucaracha!


Wednesday, January 19, 2011

Las historias de Gorgonio

Una aventura en "Jolijut"

Por Ana Salazar Cabarcos

Pus para ir “introduccionándoles” mi vida, les cuento que un día que iba caminando por las calles de “Julijut”, con mi aplomo de hombre masculino, mi caminar de macho amansa bestias, con mirada de “¡ya llegó su papacito!”, perfume 7 machos y mis pistolas al cinto, se me acercó  el méndigo  ése que es menos famoso que los Almada pero su lucha le hace: El “Espilber”,  y me pidió, me rogó que aceptara actuar en su próxima película. Yo me hice del rogar, pus no las va a aflojar uno así como así, pero ya donde “la marrana torció el rabo”, fue cuando me dijo que mi vieja en la película iba a ser Angelina Jolie, y aquí entre nos’, les cuento que ella fue mi vieja tiempos “atrases”, ya luego me aburrió y se la pasé al Brad Pitt. ¿Ven que está re trompuda la condenada? ¡Pus yo mero la dejé así de a puros cachetadones y “moquetes”! ¡A ver si así le quitaba su obsesión por los “chiquitos”! Bueno, le gustan tanto… ¡que ya adoptó como 5, más  los propios suyos  de ella! Es tan buena que me adoptó a mi Matías, pero el chamaco extrañaba correr por el cerro y apedrear lagartijas y mejor lo regresé a Ixtlahuacán con su madre, la Procopia.
Mi relación con Angelina terminó porque a mí me gustan las mujeres macizas, que tengan de dónde agarrar y esta está más  flaca que un palo de escoba. Cuando la vea para que filmemos la película, le voy a arrimar el “camarón”… ¡sí, un camarón así de grandote que saca unas fotos preciosas y las voy a poner en el “Feisbut”, pa’ presumirles!
Bueno, pues ya les contaré en otra ocasión como me fue con el “Espilber” y  mi trompuda… ¡“Julijut” me espera!